Cuando venimos a Cristo, la barrera entre nosotros y Dios se cae, y Dios mismo vive en nosotros por medio de Su Espíritu Santo. En otras palabras, ahora conocemos a Dios y Él a nosotros. Piense en esto: ¡Tenemos una relación personal con el Dios del universo!
Lo mismo es cierto con Dios. Cuando leemos o escuchamos Su Palabra, la Biblia, Él nos habla. Cuando oramos, hablamos con él. Y cuando le adoramos y obedecemos, estamos haciendo su voluntad y participando en su obra.
Pero al igual que cualquier otro tipo de relación, tiene que ser alimentada y fortalecida. Si no es así, se secará y se enfriará, Dios nos parecerá lejano, y ya no pensaremos en Él como nuestro amigo. Podríamos incluso ir a la deriva en comportamientos que no le honran y nos llevan a la destrucción. La Biblia advierte: «No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre» (1 Juan 2:15, 17).
Valores mundanos son la avaricia, la lujuria y la obsesión por el estatus de uno. Valores divinos incluyen servir y amar a los demás y la humildad.
¿Cómo podemos aprender a hacer la voluntad de Dios — a caminar con Él — todos los días? Piense en una amistad humana: ¿Cómo nos acercamos a alguien en un nivel humano? Pasando tiempo con esa persona, debemos — hablar, escuchar, compartir inquietudes y dar una mano cuando él o ella necesita ayuda.
Lo mismo es cierto con Dios. Cuando leemos o escuchamos Su Palabra, la Biblia, Él nos habla. Cuando oramos, hablamos con él. Y cuando le adoramos y obedecemos, estamos haciendo su voluntad y participando en su obra.
Los seguidores de Cristo son a menudo llamados discípulos. Una vez que usted decide seguirlo, es importante comenzar una vida de discipulado, siguiendo sus enseñanzas y compartiendo con los demás lo que Él ha hecho por nosotros en la cruz. Si no lo ha hecho, trate de organizar su día para que usted tenga un tiempo especial para pasar a solas con Dios. Asegúrese de no descuidar este «tiempo de silencio», ya que le dará fuerza y poder para resistir a Satanás (Santiago 4:7), para vivir por encima de sus circunstancias (Romanos 5:3-5) y llegar a ser un cristiano victorioso (1 Corintios 10:13). También es importante leer diariamente la Biblia; esto le ayudará a madurar espiritualmente (Colosenses 1:10; Efesios 3:17-19).
Al dar su corazón y su vida a Cristo, crecerá como cristiano. La adoración y la comunión en una iglesia que predica el Evangelio también son aspectos necesarios para el crecimiento espiritual. Más información sobre la iglesia.