¿Alguna vez te has preguntado qué es la oración? La oración es simplemente hablar con Dios. Es para cada momento de nuestras vidas, no sólo para momentos de sufrimiento o alegría. De hecho, también debemos agradecer a Dios en oración por todo lo que él ha hecho en nuestras vidas.
Muchas personas oran a la ligera: una pocas palabras apresuradamente por la mañana y nos despedimos de Dios por el resto del día. Luego, por la noche, forzadamente presentamos algunas peticiones soñolientas. Ese no es el ejemplo de oración que Jesús nos dio.
Es posible orar porque Jesucristo eliminó la barrera que se interponía entre nosotros y Dios, una barrera creada por nuestro pecado.
La Biblia nos dice que “oremos sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Esto no significa que debemos pasar cada minuto del día de rodillas, pero que debemos tener una actitud de oración en todo momento; reconocer nuestra dependencia de Dios, obedecerle y hablar con él durante todo el día. La oración no debe ser nuestro último recurso; debemos comenzar cada día poniéndolo todo en las manos de Dios.
Dios nos ama y ha prometido escucharnos cuando oramos. ¿Cómo puedes aprender a orar? En primer lugar, entendamos por qué es posible la oración.
Es posible orar porque Jesucristo eliminó la barrera que se interponía entre nosotros y Dios, una barrera creada por nuestro pecado. El pecado nos separa de Dios, y por ello, no tenemos derecho a acercarnos a él. Pero, muriendo en la cruz, Jesús pagó el castigo por nuestros pecados y quitó esa barrera. Después, cuando entregamos nuestras vidas a Jesucristo, Dios nos da el privilegio de entrar en su presencia. La Biblia dice: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos” (Hebreos 4:16, NVI). Si usted nunca lo ha hecho, pídale a Jesucristo que entre en su vida hoy.
Luego, comprende que Dios ahora te recibe en su presencia y promete escucharte. La Biblia dice: “Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14, NVI). Confía en sus promesas y aprende a llevar cada una de tus preocupaciones delante de él en oración.
Incluso si Dios no parece responder tus oraciones, no dejes de orar. Él te ama, y ninguna oración queda en el vacío, sin respuesta. A veces Dios responde a nuestras oraciones cuando no nos damos cuenta. Sí, muchas veces pensamos que sabemos lo que es mejor para nosotros, pero Dios ve todo el panorama completo y, a veces, amorosamente se niega a darnos lo que pedimos porque sabe que no es según su plan perfecto.
También debemos orar por los demás incluso nuestros enemigos, así como por nuestros líderes. Cuando oramos por ellos, debemos tener fe de que nuestras oraciones serán contestadas, pero al mismo tiempo, recuerda buscar la voluntad de Dios.
La Biblia dice: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento.” (Santiago 1:5-6).
Tal vez tengas la oportunidad de orar en la iglesia, con un grupo de amigos o en el trabajo. Sin embargo, podría ser más fácil orar y escuchar a Dios en silencio. Dios mismo dijo: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios” (Salmos 46:10). Trata de encontrar un lugar tranquilo donde puedas acercarte a Dios sin distracción y darle toda tu atención. No importa dónde ores, recuerda: Los testimonios personales, la historia de la iglesia y la Biblia confirman que la oración sí funciona.